Comunicador, crítico con la corona de su país, se lo vio cuando ingresaba al consulado en Estambul.
La desaparición del periodista saudí Jamal Khashoggi, mientras cumplía un trámite en el consulado de su país en Estambul (Turquía), se ha convertido en un misterio que ha trascendido las relaciones de esos dos países de Oriente Próximo y ha generado advertencias a nivel internacional.
Su postura crítica en los últimos años frente a la corona que gobierna su país, no obstante el antecedente de haber sido muy cercano al poder, ha despertado sospechas de que durante su visita a la misión diplomática, el 2 de octubre, Khashoggi haya sido secuestrado o asesinado y, posteriormente, descuartizado, para ese mismo día ser llevadas sus partes en maletas de viajeros que de Estambul regresaban a Riad horas después.
Khashoggi cumplía ese día una cita, la segunda en pocos días, que el propio consulado saudí le había asignado para gestionar un certificado de estado civil para casarse con su novia turca, quien lo acompañaba y esperaba en la entrada, advertida por él para hacerlo. Pero la mujer denunció que pasaron las horas y su prometido nunca salió.
En Turquía, varios medios difundieron imágenes de las cámaras de seguridad filmadas fuera del consulado, las cuales muestran entrando al periodista y varios vehículos, que luego salían; sin embargo, los saudíes sostienen que las cámaras del consulado no estaban funcionando ese día.
El diario turco Sözcü, por ejemplo, registra la salida de seis vehículos, uno de los cuales era una furgoneta de vidrios polarizados que no dejaban ver sus ocupantes.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se mostró ayer pesimista sobre el destino del reportero, aduciendo que “no se ve muy bien” y que pudo haber sido asesinado.
Por su parte, la Unión General de Periodistas Árabes, con sede en El Cairo, denunció los “intentos de desinformación” ante el caso, que calificó de “profundamente preocupante”.
El presidente Erdogan se mostró escéptico en declaraciones en las cuales afirmaba que Arabia Saudí tiene los sistemas de videovigilancia más avanzados. “Si sale un mosquito (del consulado), sus sistemas de cámaras lo van a interceptar”, aseguraba. “Este incidente se desarrolló en nuestro país. No podemos quedarnos callados”, agregó.
Otra información también detalla que entre quienes llegaron el 2 de octubre a Estambul estaba Salah Mohamed al Tubaigy, jefe de medicina forense de la Dirección de Seguridad de Arabia Saudí.
El grupo de 15 hombres arribó en dos aviones, uno de línea regular y otro, un vuelo privado. Hacia las 12:15 de la tarde llegaron al consulado todos los supuestos agentes en varios vehículos, y una hora después se hizo presente en el edificio el periodista.
Según reveló el diario ‘The Washington Post’, para el que Khashoggi escribía columnas de opinión, el Gobierno turco le informó a la Casa Blanca que dispone de pruebas en video y audio del asesinato del periodista.
Si sale un mosquito (del consulado), sus sistemas de cámaras lo van a interceptar
Dichas pruebas tendrían como soporte las grabaciones de un reloj inteligente que Khashoggi llevaba puesto y estaba sincronizado con un teléfono celular que su novia tenía en su poder en caso de que le sucediera algo indeseable.
De esa manera, habrían quedado pruebas de audio y video del posible asesinato que estarían siendo corroboradas por oficinas de inteligencia.
Arabia Saudí autorizó el martes un registro de su consulado en Estambul, pero hasta ayer sábado no se había realizado. Según el diario turco Sabah, este retraso se explica por un desacuerdo sobre las condiciones de esta investigación, ya que, tras haber dado su consentimiento, Arabia Saudí señaló que solo iba a aceptar un registro “visual”, condición que rechazada por las autoridades turcas.
Khashoggi alcanzó fama como reportero en los años 80 y 90, cuando cubría la guerra en Afganistán y entrevistó repetidamente al fundador de Al Qaeda, Osama bin Laden.
Más tarde, el periodista estuvo cerca de las esferas del poder de Arabia Saudí y de 2003 a 2006 trabajó como asesor del príncipe Turki bin Faisal, exjefe de los servicios secretos saudíes.
Khashoggi se distanció de la monarquía saudí el año pasado, después del nombramiento del actual príncipe heredero, Mohamed bin Salmán, y se fue a EE. UU., donde solicitó asilo.
Varios países, entre ellos el Reino Unido y Francia, así como la ONU, se mostraron preocupados por la suerte del periodista.
Las autoridades saudíes se apresuraron a calificar de “infundadas” las acusaciones según las cuales Khashoggi fue asesinado, pero desde entonces se han mantenido en estricto silencio.