Predecir el futuro es el segundo oficio más antiguo del mundo. La adivinación ha acompañado el transcurrir de la humanidad desde sus orígenes hasta nuestros días. Muchas de esas modalidades aún se practican en pleno siglo XXI, y hasta los más escépticos –estoy seguro– echan, así sea de reojo, una miradita a su horóscopo.
Tratar de anticiparse para enfrentar las amenazas y aprovechar las oportunidades que depara el futuro es parte de la naturaleza humana. Esa necesidad se vuelve casi que obligatoria cuando se trata de las empresas, de la política, de los grupos sociales, del gobierno y de los actores económicos. Este análisis se construyó recogiendo las preguntas concretas que se hace la gente sobre lo que le preocupa que pueda ocurrir en el 2019 para tratar de contestarlas de manera específica. Sin duda, no se puede descifrar todo lo que va a pasar, pero la idea es contribuir a que al menos podamos identificar algunos de los monstruos que nos pueden asaltar y los precipicios que hay que evitar.
1. ¿Tendrá éxito la agenda extremista de Trump?
La globalización la sintieron en los bolsillos un número significativo de estadounidenses, damnificados por la internacionalización de la economía. Poco a poco, los trabajadores blancos, víctimas de la desindustrialización, se llenaron de resentimiento e ira. Por eso eligieron a Trump: para vengarse y tratar de restaurar el orden ‘natural’ perdido.
Los analistas coinciden en que lo que sucedió electoralmente fue una excepción en la que, en una coyuntura particular, la agenda de la extrema derecha se volvió nacional. Esa erupción coyuntural de descontento se está revirtiendo, en parte por la aceleración del crecimiento económico en los últimos años y por el creciente rechazo a las actitudes y los bandazos de Trump. El trumpismo es hoy un fenómeno esencialmente rural.
La pérdida de las mayorías en la Cámara de Representantes, ahora en manos demócratas, le quita a Trump un significativo margen de gobernabilidad que, combinado con su deteriorada favorabilidad, paralizan su agenda. Un Legislativo dividido y polarizado bloqueará sin duda la mayoría de las iniciativas del Ejecutivo. Por eso veremos a un Trump cada vez más exaltado, errático y desaforado en Twitter y en la retórica, pero también cada vez más ineficaz.
2. ¿Trump moderará en algo su actuar agresivo y populista con un giro hacia la sensatez?
El primer factor por considerar es que la campaña para la reelección de Trump está prendiendo motores y se acelerará de manera pronunciada en el 2019. Todo lo que haga, diga, ordene y ejecute la Casa Blanca será con un ojo puesto en las encuestas y con la intención de mantener el respaldo de su electorado más fanático. No es de esperar, por tanto, que Trump suavice su retórica o modere sus políticas, buscando congraciarse con quienes lo han desertado por extremista y, mucho menos, que aspire a conquistar a los independientes que ya han emitido un veredicto adverso a su gestión. El escenario más probable es precisamente el contrario. La estrategia va a ser la consolidación de sus bases más leales mediante un discurso aún más agresivo, populista y nacionalista. En el 2019 tendremos un Trump más Trump.
3. ¿Se iniciará la tercera guerra mundial?
No en el 2019. La rivalidad entre las superpotencias no parecería estar en un nivel en el que se amenace su supervivencia o un interés estratégico vital de alguna de ellas, y, por lo tanto, no existen los disparadores de una conflagración global. No se ve ningún Pearl Harbor en el horizonte. Otro sería el cantar si Trump es reelegido. Aun así, es de esperar un nivel global de confrontación militar mucho más alto, acompañado de guerras localizadas que tenderán a convertirse en peligrosos conflictos de alcance regional. Según el Council on Foreign Relations, no existe un solo continente o región que se escape al riesgo de conflictos bilaterales y regionales.
El número de esos conflictos y la probabilidad de su ocurrencia aumentarán en el 2019.
Hay varias razones para esperar la aceleración del deterioro de la paz internacional. Un Estados Unidos en retirada de su papel de ‘sheriff global’ y con un talante aislacionista cada vez más marcado, deja el espacio para que otros actores encuentren en esa coyuntura una oportunidad de desplegar sus aspiraciones hegemónicas regionales. China y Rusia, y varias potencias más, están listas para sustituir a los gringos en las áreas que Washington abandona en su renuncia al liderazgo internacional.
A esto se le suma la desvalorización del derecho internacional, de la diplomacia y, lo más grave, de los organismos multilaterales, tanto globales como regionales. Si EE. UU. no le obedece a la ONU, no cumple su palabra y se sale olímpicamente de los acuerdos internacionales, ¿por qué los demás deberían seguir sometidos a una institucionalidad internacional que no respetan los más poderosos?
4. ¿La economía mundial entrará en recesión?
‘Recesión’ es una palabra muy fuerte. Más bien se observará una desaceleración significativa que ya empiezan a anticipar los mercados y que recogen las proyecciones de las entidades especializadas para el 2019. Aunque de dientes para afuera la gente mantiene una actitud optimista y la orquesta sigue tocando, nadie quiere reconocer públicamente que, de pronto, el iceberg que se acerca podría llegar a hundir el Titanic.
Si bien los optimistas argumentan que el crecimiento mundial disminuirá suavemente en el mediano plazo, los realistas señalan que la incertidumbre se ha incrementado y generalizado, llevando a los actores económicos a replantearse sus expectativas. Y ya se empiezan a sentir movimientos en los mercados que preocupan a inversionistas, instituciones y empresas por igual. Las causas principales de este fenómeno se encuentran en la política. Trump se ha dedicado a implementar una política económica caprichosa, ideológica, inspirada en lo que su público quiere oír.
Ha cometido el sacrilegio de tratar de intimidar a la Reserva Federal (la banca central estadounidense) para que no suba las tasas de interés. Además, ha pretendido coartar la independencia de los entes reguladores de los mercados financieros y de capitales.
El próximo año estará caracterizado por una economía estadounidense vacilante con tendencia a una desaceleración pronunciada. La guerra comercial con China ha generado muy pocos dividendos en materia de empleo y, en cambio, sí ha conducido a un incremento en costos de los bienes de capital, las materias primas y los bienes de consumo. El proteccionismo ha disminuido la competitividad de la economía estadounidense. Si la economía estadounidense estornuda, al mundo le da gripa. Pero lo que se está sintiendo venir se parece más a una pulmonía.
5. ¿Duque podrá seguir gobernando sin los políticos?
Entre las preguntas, sobre el 2019, que más inquietan a los colombianos, sin duda se destacan aquellas que tienen que ver con la gobernabilidad y el rumbo político del gobierno Duque. El Presidente logró dos avances trascendentales en la conducción de su administración. Primero: nombró un gabinete esencialmente independiente y profesional, que ha cumplido a cabalidad con sus tareas en los pocos meses que lleva de gobierno. No repartió carteras o prebendas entre los políticos. Segundo: sin una ruptura con el Centro Democrático, logró tener una saludable distancia y autonomía frente a las Palomas y los Obdulios y, lo más importante, frente al propio Álvaro Uribe. Ahora hay una ofensiva de políticos –incluidos algunos uribistas– para que el Presidente cambie su estrategia y regrese a la ‘mermelada’. Es decir que para mejorar su gobernabilidad en el Congreso, cambie su gabinete y más bien ponga en los cargos, en vez de técnicos apolíticos, a líderes caracterizados de los diferentes partidos capaces de responderle a las necesidades clientelistas y electorales de sus respectivos patrones.
Aun cuando Duque, por formación e ideología, está en contra de esas presiones, desafortunadamente todo indicaría que se movería en esa dirección al comienzo de la próxima legislatura. Hay dos razones fundamentales. Primero, la agenda legislativa que se quiere impulsar es compleja de tramitar y se requiere de más votos firmes con el Gobierno. Y, segundo, el Centro Democrático va a participar en las elecciones locales y regionales de octubre próximo y necesita mejorar su capacidad electoral, algo disminuida por la caída de la popularidad del uribismo y por el desgaste de gobernar. Duque está condenado a patrasearse.
6. ¿La Unión Europea va a fenecer?
Las fuerzas centrifugas que azotan la estabilidad y viabilidad de la Unión Europea son hoy mucho más fuertes que en el pasado reciente. Estas se seguirán acrecentando durante el 2019. Al traumático brexit hay que sumarle otros desarrollos, quizás aún más preocupantes. El ascenso de la derecha europea viene acompañado de un nacionalismo rampante que responsabiliza a las normas comunitarias, a los burócratas en Bruselas, a los tratados constitutivos de la Unión y al euro de todas sus dificultades. De otra parte, el endeudamiento de países como Italia, Francia y España ha llegado a niveles que con cualquier percance pueden desatar una nueva crisis financiera. El desempleo joven no cede, aupando la xenofobia. Hay demasiados miembros y pocos contribuyentes. Estas presiones obligarán el año entrante a profundizar el esfuerzo reformista. La Europa que hoy conocemos seguirá unida, con algunas deserciones adicionales, pero en un marco político e institucional muy diferente.
7. ¿América Latina gira a la izquierda, al centro o a la derecha?
La política latinoamericana se está alejando del centro. Las elecciones presidenciales en México y Brasil, que representan la mitad de la población y la economía de la región, sugieren que viviremos por estas tierras un pulso histórico entre la derecha y la izquierda. Andrés Manuel López Obrador (Amlo), caracterizado líder de la izquierda populista mexicana, ya asumió la presidencia con amplios poderes, dadas sus mayorías. Por su parte, el presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, que asumirá este primero de enero, es un radical de la derecha, a tal punto que en su país lo llaman el ‘Trump tropical’.
A pesar de estar situados en los extremos del espectro político, ambos tienen similitudes en sus orígenes políticos. Su designación es el resultado de la ira y el desespero de los ciudadanos que escogieron una opción de ruptura con el pasado inmediato. Se trata de una revolución contra el statu quo, un hastío con el establecimiento político que imperó hasta esta elección. No es ideología, es una piedra la macha.
A diferencia de Chávez en su momento, ninguno de los dos nuevos presidentes tiene las condiciones económicas o los recursos financieros para proyectar sus ideologías mucho más allá de las fronteras. De todas maneras, la confrontación quedó declarada no precisamente por diferencias ideológicas, sino en torno a un solo tema: Maduro. Mientras que López Obrador se proclamó amigo de Maduro, Bolsonaro es un convencido de que la región debe hacer algo para poner fin a su régimen.
8. ¿Para dónde van los precios del petróleo?
El petróleo es la materia prima más transada del universo. El comportamiento de sus precios enriquece o empobrece a países, empresas e inversionistas. Colombia no es la excepción. Por eso, todos quisieran saber su comportamiento. Existen excelentes analistas del mercado petrolero que tienen sofisticados modelos matemáticos para predecir los precios. El problema es que esas ecuaciones no contemplan la variable política, y si algo ha quedado demostrado es que las cotizaciones del crudo son altamente dependientes de la geopolítica. Igualmente, la Opep tiene capacidad significativa para intervenir en el proceso de formación de precios, y están bien necesitados de plata.
El 2019 aparece como uno de los años con mayor potencial de perturbaciones severas del mercado de los hidrocarburos desde hace una década. Irán, la retirada gringa, Siria, Turquía, Yemen, Rusia, Libia, Venezuela, Ecuador, Arabia Saudita… son algunos de los actores y situaciones regionales de alta conflictividad sobre la mesa. En el año que empieza, la probabilidad de ocurrencia de uno a cinco eventos disruptivos en la oferta es bastante alta. De allí que se pueda pensar que los precios se comporten al alza y se ubiquen, en promedio, en el rango de 60 a 80 dólares. Así sucedió en el 2018, precisamente cuando los economistas creían que los precios seguirían en picada.
9. ¿Caerá Nicolás Maduro?
No parecería. La incapacidad de América Latina de unirse en una hoja de ruta común para impulsar el regreso de Venezuela a la democracia ha fortalecido a Maduro. La migración de 4 millones de venezolanos a otros países ha exportado parcialmente la crisis y reducido en algo la presión social sobre el gobierno. Rusia y China, e incluso algunos países de Oriente Medio y Europa, han suavizado las condiciones financieras y algo de oxígeno le han proveído al régimen. Los actuales niveles de precio del petróleo, que tenderán a mejorar durante el 2019, darán algún alivio a las finanzas públicas. El fortalecimiento político y militar de las milicias ayuda a disuadir a los militares de cualquier intentona de golpe. La policía secreta venezolana actúa ahora sin preocuparse por guardar las apariencias y retiene, intimida y tortura permanentemente a quien se atreve a levantar la voz. Y Venezuela no está en el radar de Trump porque no sabe siquiera dónde queda y a su electorado no le interesa.