El último sismo que sacudió a México fue en la madrugada de este lunes, cuando un movimiento telúrico de magnitud 6 con epicentro en Oaxaca, sur del país, sorprendió a las personas. El temblor se suma a los otros movimientos que se han registrado desde el 7 de septiembre del 2017, pero ¿por qué tiembla tanto en México?
México es un país que está en la orillas de diversas placas tectónicas, las más importantes son la placa de Cocos y la placa de Norteamérica que colindan o chocan en la parte sur del país, en las costas de Oaxaca y Chiapas.
«La República Mexicana está conformada por cinco placas tectónicas, sabemos que toda la corteza terrestre está fragmentada porque dentro del mismo planeta hay movimiento, muy lento, pero hay movimiento. Una de las placas que constituyen al país es la placa Norteamericana que está en la parte continental de México y los países del norte; otra placa es la del Pacífico que es la que se está robando la península de Baja California porque el límite es, precisamente, en donde se está formando el Golfo de California, ese es límite entre la placa Norteamericana y la del Pacífico y entonces está conecta con todo el Cinturón de Fuego», explica el doctor Víctor Hugo Espíndola Castro, responsable de análisis del Servicio Sismológico Nacional (SSN).
«Otra placa es la de Rivera que es pequeña, es como del tamaño de la península de Yucatán. La cuarta placa es la de Cocos que es una placa grandecita, pero no es de las más grandes en el mundo, en cuestión de área tal vez sería, aproximadamente, como 3/4 partes de lo que es la República Mexicana, o quizá la mitad. Y, finalmente,
un poquito más al sur, por el Golfo de Tehuantepec, está lo que es la punta
occidental de la placa del Caribe», añade Espíndola.
La capa más superficial de la Tierra, denominada litósfera, es una capa rígida compuesta por material que puede fracturarse al ejercer una fuerza sobre él y forma un rompecabezas llamado placas tectónicas.
Estos desplazamientos aleatorios de las placas se provocan debido a que el material caliente del interior de la Tierra sube a la superficie liberando calor interno, mientras que el material frío baja al interior. Este fenómeno provoca el movimiento de las placas que generan fuerzas de fricción que mantienen atoradas dos placas adyacentes, produciendo grandes esfuerzos en los materiales.
«Cuando nosotros hablamos de placas a mi me gusta tomar el ejemplo de esas esferas que están en las discotecas con espejitos, así debemos entender que es nuestro planeta: una semiesfera que esta cubierta de placas, de muchos cuadritos que tienen distintos tamaños, unos son más grandes que otros; además hay que recordar que nuestro planeta en el fondo está en estado plasmático, algo similar al
estado líquido, y entonces estas placas están flotando y obviamente llegan a tener movimiento», explica en entrevista con EL UNIVERSAL Agustín Tagle Urrutia, de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas.
Cuando dichos esfuerzos sobrepasan la resistencia de la roca, o cuando se vence la fuerza de fricción, se produce la ruptura violenta y la liberación repentina de la energía acumulada.
Tagle Urrutia afirma que la tierra siempre está en movimiento, «nosotros no lo percibimos porque son tan pequeños esos movimientos que nuestro cuerpo ya está acostumbrado, sin embargo esos movimientos de la misma Tierra, más corrientes internas del mismo magma, hacen que se tenga movimiento de placas y vamos a tener zonas de choque como en Guerrero o Chiapas en donde una placa está
metiéndose abajo de otro placa y esa fricción es lo que llega a generar los sismos».
Entonces, la fricción que crea el choque entre ambas placas provoca que se genere mucha deformación y eventualmente dan origen a la sismicidad que se vive diario.
«Los sismos son de magnitudes muy pequeñas, pero son diarios, sin embargo a pesar de estos pequeños sismos, la energía se sigue acumulando, de forma que en algún momento que haya un fallamiento rápido, una dislocación rápida, un
movimiento repentino, se provocaría un gran sismo», dice Espíndola.
La magnitud de un sismo depende del área de fallamiento. El sismo que se originó en el Golfo de Tehuantepec fue intraplaca, lo que ha visto los expertos es que por lo menos aquí en México no son tan usuales porque necesitan más tiempo para almacenar energía, son más usuales los que ocurren en los límites de subducción.
EL UNIVERSAL DE MÉXICO
(GDA)