El izquierdista Nayib Bukele arrasó este domingo en las elecciones presidenciales de El Salvador con su oferta de combatir la corrupción, la violencia y la pobreza poniendo fin a tres décadas de bipartidismo en el país más pequeño de Centroamérica.
Nayib Bukele, candidato del partido Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), logró capitalizar el descontento hacia los dos partidos tradicionales de El Salvador con su lema: «el dinero alcanza cuando nadie roba».
Bukele ganó la contienda por la presidencia con el 53 por ciento de votos, mientras que Carlos Calleja, dueño de la cadena de supermercados más grande del país, obtenía el 31 por ciento; y el candidato oficialista, el excanciller Hugo Martínez, sumó apenas 13 por ciento de votos, dando fin a una década del izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) en el poder.
Este día es histórico para nuestro país, este día El Salvador rompió el bipartidismo, este día por fin pasamos la página de la posguerra», dijo Bukele en una plaza de San Salvador que reformó durante su etapa como alcalde entre 2015 y 2018.
«Hemos ganado con más votos que Arena y el frente (FMLN), este día hicimos más votos que todos los partidos políticos juntos», agregó ante miles de seguidores que coreaban «sí se pudo».
El nuevo presidente de El Salvador es un empresario de 37 años, descendiente de palestinos, que empezó su carrera política en 2012 cuando asumió la alcaldía del municipio Nuevo Cuscatlán y en 2015 ganó las elecciones por la alcaldía de la capital, San Salvador.
Durante la campaña por la presidencia prometió acabar con la impunidad creando una comisión internacional contra la corrupción y propuso impulsar proyectos de infraestructura con la esperanza de contener el éxodo de migrantes hacia Estados Unidos, donde vive uno de cada cuatro salvadoreños.
Sin embargo, Bukele no ha dado detalles sobre cómo financiará un propuesto tren o puerto, una tarea compleja debido al enorme déficit público salvadoreño.
La campaña se distinguió por la actividad en redes sociales que caló en el electorado más joven, la mayoría de los 5,3 millones de votantes. Además, la propuesta se dirigió a revelar el cansancio de la población frente a los partidos tradicionales, que se exacerbó luego de varios escándalos de corrupción que han salpicado a políticos de ambos bandos en años recientes.
Por ejemplo, el expresidente del FMLN, Mauricio Funes , que huyó a Nicaragua luego de que se le abrieron investigaciones por enriquecimiento ilícito y malversación de fondos durante su gestión (2009-2014). Y Elías Saca, exmandatario de Arena, que fue condenado el año pasado a 10 años de cárcel por corrupción.
«Reconocemos los resultados de la elección y vamos a llamar al presidente electo para desearle la mejor de las suertes», dijo Carlos Calleja, de ARENA. Martínez, por su parte, también reconoció su derrota y pidió al bando victorioso tomar los resultados «con humildad» y prometió «seguir revisando, rectificando, corrigiendo (…) a la par del pueblo, que es a quien nos debemos».
Bukele fue expulsado en 2017 del FMLN y se postuló como abanderado de la derechista GANA para los comicios del 2010, pero se define como «una persona de izquierda» y ha calificado a los líderes de Venezuela y Nicaragua como «dictadores».
A pesar del aplastante triunfo, hay quienes dudan que logre impulsar muchos de sus planes en el Congreso, donde GANA y sus aliados apenas cuentan con 11 de un total de 84 escaños.
Durante la campaña, el entonces candidato del GANA, le ha rehuido a las entrevistas y los debates, por lo que analistas temen que no esté dispuesto a negociar con la oposición.
A pesar de que Bukele triunfó denunciando la corrupción, la fiscalía salvadoreña lo está investigando por supuesto lavado de dinero durante sus períodos como alcalde.
El joven presidente, que asumirá en junio para un mandato de cinco años, tendrá que hacer frente a las políticas antimigratorias del presidente estadounidense Donald Trump y heredará un país con un menguante crecimiento económico y con una de las tasas más altas de homicidios del planeta.
La dolarizada economía salvadoreña no ha logrado crecer más del tres por ciento anual desde hace una década, mientras el país se encuentra envuelto en una espiral de violencia, liderada por las temibles «maras», organizaciones internacionales de pandillas criminales dedicadas al tráfico de drogas y extorsión.