Negocios y deudas con países y entidades deberán ser puestos en la balanza en su administración.
Líder de un imperio de negocios y ahora presidente de Estados Unidos: al combinar esos dos roles, el millonario Donald Trump deberá enfrentar conflictos de interés en una escala sin precedentes.
El empresario que el martes se convirtió en el futuro presidente estadounidense hizo su fortuna al construir una red de hoteles, edificios de empresas y apartamentos de lujo al frente de la Organización Trump.
Su imperio de bienes raíces está ubicado fundamentalmente en Estados Unidos, pero también se extiende en países como Corea del Sur y Turquía. Por ello, administrar como presidente las relaciones políticas con esos aliados de EE. UU. presenta una curiosa mezcla de objetivos cruzados.
La Organización Trump no negocia acciones en la bolsa de valores, y por lo tanto la mayoría de sus actividades está vedada a auditoría. Sin embargo, la prensa estadounidense ha reportado relaciones financieras con personas próximas al presidente de Rusia, Vladimir Putin. “Para que quede registrado, tengo cero inversiones en Rusia”, expresó Trump en la red social Twitter en julio pasado.
Pero el potencial de conflictos de interés con sus negocios no se limitan para Trump a países como Rusia. Según el diario Wall Street Journal, desde 1998 Trump ya ha recibido alrededor de 2.500 millones de dólares del Deutsche Bank.
En la actualidad, reguladores estadounidenses negocian con ese banco alemán por la aplicación de una multimillonaria multa a raíz de su papel en la crisis financiera del 2008.
Esta situación genera preguntas sobre cómo reaccionará la administración de Trump si hereda el caso, o si sus intereses serán considerados en la ecuación.
Las acusaciones por conflicto de intereses no son nuevas en la política estadounidense. Estas denuncias mancharon el gobierno de George W Bush, cuyo vicepresidente Dick Cheney, hasta el año 2000, había sido líder de la empresa de logística y servicios petroleros Halliburton, firma que más tarde ganaría fortunas con contratos en Irak.
Pero el problema toma otra dimensión con Trump, ya que su nombre está indisolublemente ligado a su imperio de negocios. “No tiene precedentes en la historia de Estados Unidos en parte porque no sabemos la naturaleza de muchos nudos financieros”, dijo Kathleen Clark, profesora de derecho en la Universidad Washington, de Saint Louis. En su visión, un punto particularmente crítico en el conflicto ético es que Trump financió su empresa con deudas.
“No sabemos a quién le debe dinero. En alguna forma, deber dinero es un contacto financiero más significativo que una inversión”, apuntó.
Hasta el momento, Trump no se ha referido a sus potenciales conflictos de interés. En parte quizá porque pocos creían que podía llegar a la Casa Blanca o también quizá porque las leyes estadounidenses en la materia son flexibles en relación con el Presidente.
Bajo la normativa vigente, los miembros no electos de la administración estadounidense enfrentan severas restricciones en sus actividades de negocios, esas reglas no se aplican al Presidente ni al Vicepresidente.Aunque la Constitución prohíbe a cualquier político aceptar fondos de un gobierno extranjero, no existe prohibición a hacer negocios con asociados privados en el extranjero.
Durante la campaña electoral, Trump prometió poner todos sus negocios en un ‘trust’ que le impediría tener cualquier relación con las actividades de sus empresas.
Sin embargo, añadió que pondría el imperio bajo control de sus tres hijos, que ya son vicepresidentes ejecutivos de la Organización Trump. ¿Pero será eso suficiente realmente para separar al presidente Trump de su imperio de negocios? “No vamos a discutir esas cosas. Créanme. Como saben, es un empleo a tiempo completo. Él no precisará preocuparse por los negocios”, dijo su hijo Donald Trump Jr. en septiembre.
Otro expresidente utilizó la misma estrategia. Después de su elección en 1994 como jefe del Gobierno italiano, Silvio Berlusconi confió la administración de su imperio de medios de comunicación a un trust bajo control de su familia. Pero no logró evitar críticas por conflictos de interés.
Una diferencia notable entre ambos es que Donald Trump no tiene un imperio mediático mientras que Berlusconi era dueño de todas las cadenas nacionales de televisión privada cuando llegó a la política. Una posición que habría favorecido su ascenso.
En ese campo Donald Trump se limitó a animar durante diez años el programa El Aprendiz, que contribuyó ampliamente a su fama.
‘Feliz que manifestantes tengan pasión’
El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que está “feliz con el hecho de que los pequeños grupos de manifestantes de anoche (jueves) tengan pasión por nuestro país. Estaremos todos unidos y orgullosos”. Las palabras las dijo luego de que horas antes culpó a los medios de comunicación de incitar a las protestas en su contra. Y es que tras su elección se han realizado marchas de protesta diarias en muchas ciudades.
Ayer, Trump anunció que prepara “decisiones muy importantes” sobre la conformación de su gobierno. También habló con el presidente de Francia, François Hollande, sobre la lucha contra el terrorismo, Ucrania, Siria, Irak y el acuerdo de París.
AFP